La provisión de energía es un
desafío planetario que junto al calentamiento global, se han convertido en
grandes y urgentes retos que amenazan la seguridad planetaria, que, sumado a la
demanda creciente de energía, nos conduce a la excesiva dependencia de unos
cuantos productores que casi siempre son países con inestabilidad política, enviando
señales perturbadoras y causando desestabilización a la economía mundial.
Tales circunstancias han
llevado a que el mundo se replantee sobre la nueva manera de producir y
consumir la energía y, entre las alternativas, ha sido el de traer de regreso
la energía nuclear, que tras la pérdida de protagonismo mundial sufrida desde
el accidente de Chernobil en abril de 1.986, y con otro lamentable suceso como
lo fue la tragedia causada por el tsunami en la central nuclear Fukushima en la
costa este de Japón; se inició desde la década pasada la proliferación de
centrales nucleares por todo el mundo, en especial, en el continente Asiático.
Según la Agencia Internacional
de Energía Atómica, AIEA, en el año 2.009 el 15% de la electricidad generada en
el mundo, se hizo con base a la energía nuclear, pues se contó con 438
centrales nucleares y se esperaba que entraran en funcionamiento 36 nuevas centrales en países
como China, India, Japón, Rusia, Corea del Sur; además de 63 nuevos proyectos.
La mayoría de los reactores actualmente en construcción se encuentran
localizados en el Este de Asia; al igual que se continúa con la evaluación
técnica de la opción nuclear en muchos países, entre ellos, varios de
Latinoamérica.
En América Latina también nos
encontramos, aunque en menor grado, con la proliferación de la energía nuclear,
empezando con México que posee actualmente varios reactores en funcionamiento,
lo mismo que Brasil y Argentina. En materia de proyectos nucleares, nos
encontramos con Venezuela, Chile, Perú y Uruguay.
En Sudamérica, quienes lideran
el tema de la energía nuclear, son Brasil y Argentina, que incluso hablan del
tema de integración nuclear regional, habida cuenta que Argentina genera el 9%
de su energía eléctrica en centrales nucleares, México el 5% y Brasil el 4%
Brasil ha señalado que para el
2.030 aspira tener entre seis u ocho centrales nucleares y actualmente
construye una tercera denominada Angra III que estaría lista para el 2.014,
luego de 20 años de suspensión nuclear.
Igualmente, Perú ha declarado
que usará la energía nuclear para su desarrollo, por tanto adelanta actualmente
en el congreso un proyecto de ley que le permita declarar de interés y
necesidad pública el desarrollo de la energía nuclear. Así mismo, la presidenta
Argentina Cristina Fernández ha afirmado recientemente en la inauguración de
los trabajos iniciales en la construcción de la central nuclear Pilcaniyeu (la
cuarta central) lo siguiente: “ estamos devolviendo al país un derecho al que
nunca debimos haber renunciado porque
eso significó renunciar a recursos estratégicos de carácter nuclear que habían
sido abandonados, y en los que habíamos capitulado en los años noventa”
Como vemos, el mapa nuclear de
Latinoamérica es bien complejo y Colombia se encuentra en medio del meollo y en
espera de adoptar una política adecuada y prudente, en especial, en evitar una
posible presión por parte de la industria nuclear, al ser nuestro país uno de
los pocos que aún no ha comenzado a desarrollar el sector nuclear.
Por tanto, vemos que la
energía nuclear gana espacio y adeptos en nuestro subcontinente volviendo al
ímpetu perdido en años anteriores, pero que hoy parece avanzar sin mayor
impedimento ni rechazo. Tal aceptación sin un debate amplio entre la
ciudadanía, lleva un desinterés, o, peor, un implícito encubrimiento sobre sus posibles peligros en
daños que afecten a la población, convirtiendo a la sociedad en una comunidad
de riesgo.
Riesgo que puede ser
representado en algún accidente catastrófico asociado a su tecnología o alguna
falla humana; que pueda trascender allende las fronteras nacionales, siendo
entonces una amenaza nuclear de riesgo geopolítico. También podemos pensar en
otros riesgos como una amenaza y ataque terrorista a las instalaciones
nucleares, el riesgo por sismicidad, el problema de los desechos radioactivos
con problemas agregados como el tratamiento, el acondicionamiento, transporte y
almacenamiento.
Debemos recordar que Colombia es miembro del tratado
de NO proliferación nuclear(TNP) que contempla el desarrollo de la energía
nuclear con fines pacíficos, e, igualmente, hace parte del Consejo de Seguridad
de la Naciones Unidas y también adhirió al tratado para la proscripción de las
armas nucleares en América Latina y el Caribe, conocido como el tratado
Tlatelolco.
Por todas las razones anteriores,
Colombia está llamada a liderar en el subcontinente latinoamericano toda una
política de seguimiento y evaluación a los gobiernos de la región para que
minimicen los riesgos y adopten las normas de seguridad en la operación de las
centrales nucleares, el transporte y
almacenamiento de los residuos radioactivos.
Finalmente, tendremos que reconocer
que hacia un cercano futuro, será necesario realizar capacitaciones en el país
para difundir los principios y elementos que faciliten a la ciudadanía y, en
especial, a los legisladores y comunicadores, el manejo de la información
nuclear, los avances en este tema y, en general, sobre la realidad nuclear de
nuestros vecinos y el mundo.